martes, 9 de agosto de 2016

El terrateniente de Bartolomé Panadero Peñas

Alude el libro a Don Ceferino médico rural en Villanueva de Córdoba y terrateniente a su vez,  durante los primeros años de la posguerra así como a sus empleados.
Aunque la mayor  reseña del autor es relatarnos las orgías eróticas de los animales de las fincas con todo lujos de detalles más que las vicisitudes de la época.
Por aquellos tiempos rara vez se celebraba la Navidad o Año viejo, mas que nada porque aun no había llegado aquella costumbre que se implantó mucho más adelante, sin embargo el autor hace incapie en cada año que transcurre en ese hecho y en su celebración como si fuese algo  arraigado. 
También una y otra vez menciona como "salón", la primera estancia de los cortijos cuando en realidad desde tiempos inmemoriables la entrada al cortijo es la COCINA, y desde allí parten el resto de los aposentos incluidas las escaleras para la cámara. Por ponerse "fino" el autor habla de comerse el lechón tan típico de nuestra zona con tenedor, utensilio muy poco usado por aquellos tiempos sobre todo entre la clase obrera o pobre, y aun hoy casi siempre el lechón se come con el mejor de los tendores, los dedos.
Ciertamente que el candíl desprendía malos olores, pero no menos lo hacía el carburo que llegó años después, era el modo de alumbrarse más natural, ya que la luz electrica no estaba  aun en muchas casas del pueblo era imposible que lo estuviese en los cortijos, si hoy está en casi todos es gracias a las placas solares, y el autor hace incapié en ésto como si de victimas del alumbrado se tratasen.