La mujer verdaderamente fuerte de éste libro es la del último relato, Khady Demba, una mujer africana de veinticinco años, viuda, que como se dice "sin comerlo ni beberlo" se vio arrastrada por las circunstancias a abandonar su país, cuando su suegra que la tenía acogida tras su viudedad le dice que ha de marcharse y prepara su partida, aunque sin dejarla sin protección, con dinero para subsistir, ella ignoraba cual sería su destino.
Sufridora sin percatarse de ese sufrimiento, observadora, vive hacia su interior y solo para ella, y nos va manifestando a través de sus pensamientos sus desdichadas vivencias. Historia escalofriante que nos muestra los padecimientos y la lucha de los africanos para abandonar ese continente en busca de un mundo mejor. Y la de esas personas desaprensivas que se lucran de esa circunstancia.
En los otros dos relatos aunque mujeres con vidas precarias en su entorno, con régimen de patriarcado, no muestran la fortaleza de Khady.
En el primer relato, en la página catorce Norah dice así: Le parecía que su padre recibía por fin la lección que la vida hubiera tenido que darle mucho antes.
Fanta, la mujer del segundo relato, pensaba el machista de su marido que estaba a su lado, más como una pichona con las alas cortadas para que el menor vallado le resultara insalvable que como el ser humano independiente y valiente que había conocido en el instituto de Mermoz.
