jueves, 19 de enero de 2023

Apegos feroces de VIVIAN GORNICK

  La autora nos revela parte de sus recuerdos, de su infancia y madurez, mientras camina al lado de su madre, acostumbradas ambas a pasear, a pesar de sus diferentes modos de pensar, pero no tanto de vivir.
 De origen judío, pasó parte de su infancia en barrios ocupados por diferentes culturas migratorias en Estados Unidos en busca del sueño americano.
 Su vida transcurrió sin necesidades económicas, tuvo acceso a la universidad, estudió periodismo tal como deseaba, era, y es una mujer liberal, sin trabas hacia el sexo, no lo veía como algo a practicar dentro del matrimonio, y sí, cuando se deseaba y con quien se deseaba, sin importar ni la edad ni la condición social, tampoco el amor.
 Tiene una realidad muy clara de lo que es el amor de los hijos por los padres, lo define como simple sentido del deber.

Pag: 103.- VIVÍA ENTRE LOS MÍOS, PERO HABÍA DEJADO DE SER UNO DE ELLOS.-

Pag: 105.- LAS CHICAS NO SON VACAS QUE PACEN A LA ESPERA DE QUE LAS CRUCEN CON UN TORO.-

Tras diferentes relaciones después de su matrimonio, que no funcionaba bien más que en la cama, al igual que en lo sucesivo, cree al fin sentirse enamorada de un hombre casado tras muchos años de relación con él, y con una diferencia de edad tan notable que podría ser su padre, termina por comprender que para éste, ella era solo sexo, alguien que le proporcionaba placer, y que su matrimonio seguía siendo lo primero, educado, cortes, no fue en ningún instante un amante al que ocultara, ni ante su familia, la sociedad, o su trabajo.
 Ninguno de los hombres que pasaron por su vida, dejó en ella una huella desagradable, todos muy correctos, hasta que  su amante casado la desilusionó tanto que no volvió a creer ni en el amor ni en los sentimientos.
 Madre e hija gustaban de compartir los recuerdos de aquellas personas que compartieron su vida cuando ella era niña, a ella le parecía curioso que en su casa sus padres no tenían intimidad, pero todo estaba en orden, limpio y demás, y sin embargo el de la vivienda de unos vecinos era todo un desastre, suciedad, pero lleno de amor sexual entre el matrimonio, que preservaban su intimidad con mucho celo.
 La muerte de su padre a una temprana edad no cambió ni para ella ni su hermano mucho sus vidas, pero sí la de su madre que se sumió en un estado de letargo, para quien su marido era toda su vida.
  Tanto ella como su madre tuvieron abortos voluntarios, aunque hasta ya muy entrada la edad de la madre, no hablaron de ello abiertamente.
 Su madre le contó como cuando era joven, y el hermano de su adre, tío-abuelo de Vivian, la llevó a la cama para seducirla, pero que luego se detuvo.
 Ella creyó tras el relato, que su madre era una mujer que habría consentido de forma voluntaria.
 Por su condición de periodista viajó y anduvo por muchos lugares, y no dudó de disfrutar de todo ello.