Toda la obra transcurre en el espacio de tiempo de cuarenta y nueve días, que según la religión budista son los que necesita el alma para abandonar éste mundo y ponerse a bien.
Una novela donde nada es lo que parece, donde las apariencias prevalecen mayormente ante los sentimientos, donde casi todos guardan secretos en su corazón, pocos, como Cosme se sienten libres de perjuicios, y viven con libertad interior y exterior.
Gabriele tras el fallecimiento de su madre regresa a Candeleda donde esparcirán las cenizas de su madre en la sierra de Gredos, allí se encuentra con su propio pasado, y sobre todo con la verdad sobre el de sus padres, sobre el que estaba totalmente equivocada. En varias ocasiones se hace referencia a la similitud que hay en el juego del ajedrez con el de la vida, que nunca hay que abandonar una partida por muy perdida que la creamos, y que los peones son tan importantes como la reina o el rey.
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