En esta novela Blasco Ibáñez nos muestra su carácter a través del protagonista del libro, el doctor Aresti, sus ideas sobre que las dos únicas divinidades eran la Ciencia y la Justicia social.
El libro está cargado de reflexiones que aunque enclavado a principios del siglo XX bien puede aplicarse a cualquier otra época. Aresti hace un recorrido por los enclaves más relevantes del Bilbao de aquella época, de sus minas, sus cargueros y altos hornos, ya por entonces se consideraban un país independiente, y los que iban a trabajar a las minas desde otras partes de España se consideraban extranjeros, intrusos tal vez, pero que los necesitaban para los duros trabajos que allí se acometían. Nos muestra sus miserias a la vez que su lucha por un trabajo más digno y mejor remunerado, sin tanta explotación por los nuevos ricos, aleccionados mayoritariamente por los jesuitas que a toda costa querían infundir sus propios pensamientos a la clase social más elevada de quienes sí podían obtener beneficios.
Pag: 241.- Era una diversión de raza primitiva, de pueblo en la infancia que aún no ha llegado a la vida intensa del pensamiento y admira la fuerza como la más gloriosa manifestación humana. (esta frase hacía referencia a los alardes de fuerza física con que se exibían los vascos a modo de diversión tales como la de cortar leña, barrenar, o portar grandes piedras)
Pag: 290.- ¡ Matarse, herirse por un pedazo de leño groseramente tallado que estaba allá en lo alto, entre luces y flores, mientras existían en el mundo terribles enemigos, como el hambre y la injusticia, que hacían necesario el esfuerzo común y fraternal de todos los humanos!
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